Partiendo de los conceptos “Familia”
y “Escuela” podemos decir que ambos están íntegramente relacionados y que si
queremos lograr un ámbito pleno y de buena armonía para la educación del niño,
entre estos es necesario tener en cuenta todas las fortalezas y debilidades
para poder así cubrir todos esos espacios y necesidades.
Resulta necesario incentivar y fortalecer desde la institución
educativa a este vínculo, para implicar a la familia y llevar a cabo un proceso
de educación de calidad. Teniendo en cuenta el paradigma de la inclusión que
propone escuelas a puertas abiertas y directivos y docentes y comunidad
dispuestos a trabajar para crear y afianzar el sentimientos de pertenencia.
Esto requiere de mucha planificación y sistematización para consolidar
relaciones de confianza entre la familia, la escuela, los maestros y otros
profesionales del sistema educativo.
Es necesario poner atención en el modo de comunicación, ya que
esta es sumamente importante, y debe ser articulada entre las mismas.
Se debe propiciar los espacios y actividades que fomenten la
actividad en conjunto entre nuestros actores principales de este tema, de modo
que también sean flexibles las dinámicas y según las necesidades de cada
contexto, grupo o situación, se generen instancias de anticipación, prevención
e información, cuando las situaciones lo ameriten, estableciendo pautas claras
para su realización.
LA RELACIÓN FAMILIA-ESCUELA Y SU REPERCUSIÓN EN LA
AUTONOMÍA Y RESPONSABILIDAD DE LOS NIÑOS/AS
El primer y más importante agente socializador de los niños, es
la familia. Con el paso del tiempo ha ido sufriendo una serie de
modificaciones, tanto en su estructura como en sus funciones. Estos cambios que
se han ido generando, ocasionados por una serie de factores producidos a lo
largo de la historia y que analizamos en la presente aportación, han
repercutido decisivamente no sólo a sus funciones sino también sobre otros, la
escuela entre ellos encargados del proceso educativo de los pequeños. Por
consiguiente, se hace necesario analizar la relación Familia-Escuela, en cuanto
que son los dos grandes agentes socializadores responsables de la educación de
los niños/as, prestando atención a las realidades en las que están inmersos, e
intentando dar respuesta a las demandas que cada uno de ellos pueda presentar.
Lo que no podemos olvidar es que ambas repercuten directamente en la capacidad
autónoma y de responsabilidad de los niños y para que éstas se produzcan, se
hace necesario que familia y escuela trabajen conjunta y cooperativamente.
La escuela y la familia son dos grandes pilares de los que
disponen los niños y niñas para construirse como ciudadanos. Por tal motivo, ni
la escuela por una parte ni tampoco la familia, pueden desempeñar dicha función
de manera aislada y diferenciada la una de la otra.
A lo largo de la historia, la familia parecía tener una función
clara, era la encargada de educar a sus hijos/as, y la escuela, tenía el cargo
de formar en base a unos criterios preestablecidos, una serie de contenidos y
conocimientos. Entre ambas, con misiones bien diferenciadas, pretendían formar
a ciudadanos acorde a lo que la sociedad de esos tiempos consideraba como el
perfil adecuado.
Se hace cada vez más notorio la necesidad de implicar a las
familias en la vida de las instituciones educativas, no podemos olvidarnos de
las responsabilidades que las familias tienen para con sus hijos/as y por
tanto, obviarlas y llevar a cabo procesos educativos aislados a ellas.
Estas dos grandes instituciones educativas, son las responsables
de que los futuros ciudadanos de nuestra sociedad, adquieran un perfil
personal, donde la responsabilidad, autonomía y autocritica de sus acciones,
sean los ejes que fundamenten su forma de ser y de comportarse.
Ahora, es conveniente hablar de la discontinuidad entre la
escuela y la familia, puede volverse un factor negativo, ya que pueden dar
lugar a que las experiencias y los valores que ambos reproduzcan, estén muy
alejadas y provoquen contradicciones y controversias en los más pequeños. Es
esencial que los diferentes entornos que rodean e influyen el desarrollo de los
niños, sean lo más reales posibles. Estos contextos deben organizarse y
estructurarse de manera que, en su funcionamiento sean un auténtico ambiente de
desarrollo, puesto que por vivir en una familia, o asistir a la escuela, el
desarrollo no se garantiza.
EL CONCEPTO DE FAMILIA Y SUS TRANSFORMACIONES
Muchos autores parecen estar de acuerdo en señalar que la
familia es para el individúo un sistema de participación, donde están expuestos
a una serie de exigencias, un contexto donde se generan, expresan y se
identifican las emociones, un entorno donde se promueven las primeras
relaciones sociales, en el que se adquieren los valores que sustentan las
acciones de las personas. Tras una serie de estudios comparativos realizados
por antropólogos, tales como: Morgan (1970), Engels (1977) o Hoeble y Weaver
(1985), se han podido establecer tres formas o tipos de familias fundamentales:
Familia nuclear:
Esta formada por el padre, madre y los hijos/as.
Familia extensa:
Se componen de más de una familia nuclear y alberga más de dos generaciones;
aquí estarían por ejemplo, las familias compuestas por los abuelos y tíos
dentro de una familia nuclear.
Familia compuesta:
Esta formada por la poligamia o matrimonio múltiple.
Actualmente contamos con familias “monoparentales”, ¿qué
significa esto? surgen en los años setenta debido a cambios ideológicos y de
valores, modificándose los roles dentro de la familia, la incorporación de la
mujer al mundo laboral y la visión del matrimonio. Una familia “monoparental” es aquella donde la
custodia del hijo/a es responsabilidad de un solo progenitor.
A esto hay que sumar la sociedad tan competitiva, consumista y
capitalista en la que vivimos donde el tiempo de familia se ve reducido en gran
medida debiendo emplear buena parte del día al trabajo para poder seguir el
ritmo vertiginoso en el que estamos sumidos. Esta falta de tiempo, repercute directamente
a la vida en familia dejándose de lado grandes de las funciones que
anteriormente la familia desarrollaba. Dentro del campo de la Psicología hay tres
condiciones básicas para la educación familiar de calidad (Chiu, 2004;
Díaz-Aguado, 2006):
Un afecto
incondicional, que les de seguridad sin protegerles en exceso.
Un
cuidado atento, adecuado a las necesidades de seguridad y autonomía que
viven con la edad.
Y una
disciplina consistente, sin caer en el autoritarismo ni en la negligencia,
que les ayude a respetar ciertos límites y aprender a controlar su propia
conducta.
RELACIÓN FAMILIA-ESCUELA
Aquí es donde situamos la responsabilidad por parte de las
familias a la hora de elegir la institución educativa en la cual desean
matricular a sus hijos/as. Determinando si el Proyecto Educativo Institucional
se acerca más o menos a sus intereses y forma de concebir la vida. Pero no es
esa la única función que las familias deben desempeñar dentro de las escuelas.
Se vislumbra la necesidad de que la participación de las familias dentro del
contexto escolar sea una realidad y para ello es primordial que se produzca una
comunicación entre ambos. Pero para poder dar con este clima de comunicación y
cooperación, es imprescindible que se generen espacios, momentos y vías de
encuentro.
DISCAPACIDAD INTELECTUAL
La Discapacidad
Intelectual puede deberse a causas congénitas (prenatales, asociadas a
cuestiones genéticas, endócrinas, metabólicas, infecciosas o traumatismos intrauterinos),
perinatales (hipoxias, ingestas infecciosas, traumatismos craneales) o pos –
natales (enfermedades infecciosas como meningitis, traumatismos craneales,
etc., ocurridas durante etapas iniciales de desarrollo). Las personas con DI muestran una gran variedad en la evolución
de las distintas áreas de desarrollo, presentan características diferentes, aunque
algunas puedan ser comunes, y pueden alcanzar aprendizajes muy diversos.
CARACTERÍSTICAS EN LAS ÁREAS DE DESARROLLO
A continuación, se detallan las características más frecuentes
en las distintas áreas de desarrollo, aunque pueden tener gran variabilidad en
cada alumno:
Área psicomotora:
Respecto de la coordinación dinámica general: torpeza y debilidad motora,
deficiente coordinación motora e inestabilidad motriz. Una motricidad fina
caracterizada por una débil coordinación manual, prensión y manejo de los
objetos, deficiente control segmentario. Los movimientos de las piernas se
caracterizan por la hipotonía y la falta de coordinación.
Área cognitiva:
Según Fierro (1990), los alumnos con DI se caracterizan por deficiencias en el
funcionamiento cognitivo que supone: Deficiencias en la meta cognición de los
procesos intelectuales. Deficiencias en los procesos de control cognitivo.
Limitaciones en la generalización. Limitaciones en el proceso mismo de
aprender. Dificultades para dirigir su atención (para concentrarse en la tarea
del momento). Dificultades para prestar atención selectiva (para reconocer
señales, direcciones o tareas requeridas para una nueva actividad). Déficit en
la generalización de lugares o formas de hacer algo (también llamado
“transferencia de capacidades”).
Regulación emocional: Presentan ciertas
dificultades en la regulación de impulsos. Puede haber reacciones
desproporcionadas que aparecen normalmente ante una frustración o ante un
estado de gran alegría. Pueden ser muy eufóricos. Dificultades en la adaptación
a emociones de alta intensidad, en la medida en que pueden generarles
confusión. Experimentan dificultades para percibir, reconocer y comprender las
emociones que los demás exteriorizan a través de sus expresiones faciales.